Viajando por España IX


Nunca es tarde para amar y ser amado.
De las palabras solo conozco algunas.
Sigo contemplando extasiado las estrellas
Y escuchando el mágico susurro de las olas.
¡Todos los conocimientos me esperan!
¡Solo tengo setenta y tres años!

f.m.b.
Septiembre 2009



A un tiro de piedra de Cambados se encuentra Villanueva de Arosa, es decir unos siete kilómetros que si no es mucho, si lo suficiente para que se diferencien en algo. En Cambados nació el sensible poeta Cabanillas, en Villanueva el rebelde Ramón María del Valle-Inclán.

En esta villa marinera se encuentra la casa donde nació el dramaturgo y poeta, que hoy se ha convertido en Casa-Museo. Es una delicia recorrer los aposentos donde vivió este gran bohemio, y escuchó en su niñez “las historias de santos, almas en pena, duendes y ladrones” que guardó en su memoria y trasladó a sus obras.

Se puede disfrutar en la planta baja de una magnífica colección de primeras ediciones de muchas de sus obras, así como documentos que reflejan el sentir y pensar de su época.

La época que le tocó vivir a Valle-Inclán (1869-1935) tenía todos los alicientes para un inconformista como él, tertuliano empedernido, bohemio, viajero y cambiante ideológicamente según las circunstancias de su inquieta mente.

Debo decir, que más que su obra a pesar de ser amplia e interesante, me ha interesado mucho más su vida, aunque es casi imposible que las dos no se correspondan.

La técnica del “Esperpento” creada por Valle-Inclán en su teatro, especialmente en “Luces de Bohemia” delata la idea que el poeta tenía de la sociedad y que define en esta obra de la siguiente manera “el sentido trágico de la vida española solo puede ofrecerse con una estética sistemáticamente deformada”.

Fue un personaje de novela, un tanto desgraciado y falto de recursos económicos, y por si fuese poco perdió un brazo en un lance más o menos fortuito con otro escritor de su época.

No quiero olvidar en este paso por Villanueva de Arosa a los hermanos Francisco y Julio Camba, nacidos también en esta villa quince años después de Valle-Inclán, y sobre todo Julio, un grandísimo periodista a quien mi padre admiraba por su bella prosa y su afinidad política.

Aquí termina este viaje de intensas emociones, encuentros con el pasado, sueños futuros, en definitiva un tiempo vivido sin trabas ni complejos, con la conciencia y el ánimo tranquilo y con una gran sensación de libertad.

Por tu paciencia, Eva, compañera de viaje, te doy las gracias, y como Cela diría a su “choferesa”, llévame hacia el Sur, allí donde mi centenario olivo me espera; su sombra es amplia y si quieres descansar en ella, sitio hay, sino, sigue volando hasta encontrar otra sombra más densa……



Sevilla ya en el Siglo XXI

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